Los que me conocéis, sabéis que últimamente ando algo liada y con el tiempo libre muy escaso. Ésto conlleva el tener que dejar un poco olvidado el blog ya que, aunque es algo que me gusta, requiere cierto tiempo y preparación de contenidos y fotografías que, en este momento, no tengo. Aún así necesito tener un aliciente, una motivación, una vía de escape, un momento de intimidad conmigo misma. Lo consigo por las noches, cuando todos duermen, yo me quedo media horita para mí y la dedico a cualquier cosa que se me ocurra.
Últimamente (sé que me vais a tachar de rara) me he dedicado a buscar por la red el nombre de las plantitas que poco a poco he ido acumulando en mi terraza.
Llevo casada catorce años y me había convertido en el terror de las plantas. Mi casa era como un matadero, no había vegetal que saliese vivo de ella. Pero he descubierto las plantas crasas. Son aquellas cuyas hojas tienen cierto volumen, son carnosas, lo cual les permite tener una pequeña reserva de agua. De esta forma, las personas que, como a mí me ocurre, se nos olvida regarlas, podemos tener un poco de tregua para salvarlas del fatal desenlace.
Una vez localizado el nombre de la planta, he realizado un dossier con la información recopilada de cada una, y las he etiquetado en sus macetas (¡Madre mía! ¡Sí que soy rara!). Mi "alter ego conelquemecasé", cuando se enteró en qué entretenía mi poco tiempo libre, me comentó que no se le ocurría algo más aburrido que hacer. En cambio, para mí ha sido todo un reto.
Este es mi pequeño jardín:
Y éstas son mis últimas adquisiciones de este fin de semana, todavía sin catalogar:
Brezo comprado en el supermercado Eroski y un helecho que me ha donado mi hermana por una buena causa: adornar mi cocina.
Y aquí está la pequeña plantación de Paula.
Se dedicó a recoger algunas legumbres que habían por el suelo de la frutería donde solemos ir a comprar y las ha sembrado en sus juguetes de comiditas. Con las lluvias de los últimos días le han germinado. Además, le ha salido un tallito al bulbo de trébol de 4 hojas que le compró su padre.
Cuando le mostré los brotes, se puso loca de contenta.
¿Qué os ha parecido nuestro minijardín?